Un teléfono intentó arrancarse el cable que le unía a la pared y estuvo a punto de caer al suelo, pero una silla que presenció el acto suicida lo detuvo justo antes de que se estrellara mortalmente contra el piso. Tuvieron que realizarle una reparación de emergencia.
Una vez en la sala de recuperación, cuando alguien le preguntó qué le indujo a hacerse daño, el teléfono confesó que estaba harto de nadie viera en él un fin sino un medio.
—Pero, ¿ya se encuentra bien? —le preguntó su acompañante.
El teléfono respondió que sí.
Su acompañante se inclinó ligeramente hacia a él y dijo:—Entonces... ¿me dejaría hacer una llamadita?