La Cuccina de la Faq
Los trabajos se cocinan en un bar de Palermo. Elegimos alguno donde reunirnos y allí nos quedamos hasta que encontramos otro que nos seduzca con menos ruido para trabajar y más cositas ricas para comer. No es poco darnos cuenta a tiempo que alguna incomodidad nos pide cambiar de bar. No es poco que ya hayamos desechado más de cinco lugares porque la mesa tenía cinco patas y el gato también.
La mezcla de escritura, Internet y cuentas nos ahoga en una copa de vino: servidores linux/unix; soporte para php; bases de datos, lo que todo el mundo busco en Yahoo! y nadie encontró nunca... son algunos de los impronunciables trabalenguas que se destraban en el unánime “no entiendo nada”. Parece ser suficiente con que el profesor que tiene que corregir lo que le mandamos sepa de qué se trata.
- Unos honguitos saltados, por favor. ¿Puede ser que no tengan ajo? Gracias. (Cuando la loca no pide pato glaseado! jaja)
- Yo un café mitad y mitad con un poquito más de leche que café pero que no sea una lágrima. ¿Puede ser? (No se te vaya a ocurrir traer otra cosa para Nacho ehh??)
- Yo uno de esos panes con jamón crudo y queso pero sin queso, por favor. (La logica seria que no comieras Jamon Fedeee)
El pedido lleva su tiempo desafiando la buena memoria de la camarera, no de la moza, que va hacia la cocina con toda la carta cambiada.
La frase del mes podría ser... Ya tenemos diecisiete artículos para el trabajo de este mes.
Tengo este texto para scanear. ¿te lo llevas?
Me lo mandás por mail, lo corrijo y mañana escribo la introducción.
Tema de siempre que todo lo que escribimos se entienda lo mejor posible: ¿Por qué no volvemos a discutir si vamos a hacer algo para que los trabajos nuestros no vengan de vuelta siempre porque el tipo que los corrige no entiende la idea? Bueno, creo que antes tendríamos que definir para quienes escribimos, a quién va dirigido el trabajo, qué queremos, quienes somos, por qué existimos y dentro de todo este paradigma qué lugar tiene el chamuyo que estamos mandando... ¡estamos vendiendo un producto al fin y al cabo! ¿Ser o no ser?
La noche empieza a las 22hs. y como el bar cierra a la media noche, no contamos con mucho tiempo. Hay períodos en los que encontramos calma y el tema “redacción” nos da tregua.Ya llegaron las cositas para comer sobre las cuales seguramente habrá algún reclamo.
-Vieron que recibimos un mail invitándonos a un congreso. Está bueno! Pero para qué iríamos. ¿Quién es esta gente? No sé. ¿Quién se ocupa de responderles? Hay que preguntarles detalles?
-Esta bruschetta vino con queso, y eso que le avisé. Odio el queso.
-Les reenvié los comentarios recibidos por mail. No me llegaron.Tenés la casilla llena.
-Ah, tenemos que ver qué pasa con el programa de cálculo de errores, no funciona. Pongo todos los puntos y comas y cuando lo quiero comprimir el Pascal me tira "Error: ; missing" y ... nada. No puede tirarme Error justo en ese programa para calcular errores!!
-Es que no funciona nunca. Parece que hay un problema con el Panel de Control de... no entendí, creo que es el del Pascal odioso habiendo tantos lenguajes para escribir hay que hacer todo con ese. Y justo cuando quiero abrir la pagina de los parches me aparece "Hosting" no se cuanto....
Me gusta para abrir el trabajo, aunque sea una pregunta. Buscamos una frase, no una pregunta. Juego con la idea: “El Hosting está estructurado como el lenguaje”. Si en definitiva somos hablados por el Hosting y sabemos de él solo por sus efectos.
Primero armamos la frase y después la pensamos. Así surgió el proyecto sobre el extractor de jugos. Jacques tuvo poco que ver. Algunas cuestiones de los practicos se resuelven así: como una comida improvisada con lo que hay en la alacena que nos encuentra en la cocina con las pantuflas puestas y la cabeza despeinada. A veces la comida sale rica y otras no.
Se me ocurrió la frase: Una cuestión no es un problema.
Una camarera no es una moza.
Una comidita no es una cena.
Una de las tareas más arduas y absurdas que nos asignamos solitos es la de chequear cada tanto (no queda claro cuánto tiempo hay entre cada “cada tanto”) si las secciones del programa están funcionando bien, es decir, si los artículos están donde deben estar y si no se desacomodaron las letras. Es una tarea tan lagrimosa como la de picar cebolla. Dicen que en las computadoras se desacomodan las cosas solas o que algún hacker se mete a hacer lío para después enviar un mail ofreciendo sus servicios para arreglar el desastre. Es increíble esto de tener un personal hacker. La idea de tener un trabajo hackeado merece tanto honor como escribir un texto que alguien elige plagiar. En fin esta es una de las versiones.
Otra de las versiones es que nos equivocamos y que los hackers no existen. Otra versión es que queremos lo que hacemos porque nos queremos desde hace mucho. Que nos estamos poniendo sensibles y viejos. Que quisiéra mostrarles una foto para que vean que no somos viejos. Que no somos muy viejos.
Para qué hablar de nuestros escritos y producciones teóricas si cada mes nos ocupamos de hacerle la vida imposible a algun profesor para que nos entienda lo que él ya sabe hace mucho tiempo. Para qué contarles del tiempo que nos lleva tomarnos las cosas en serio.
Por hoy abrimos la cocina en donde divertirnos, también nos lleva su tiempo. La noche ya va dejando las copas vacías. Quedaron los ceniceros llenos, el queso derretido en el plato y un café mitad y mitad frío. Los sobrecitos de azúcar nos los llevamos todos. Es una vieja costumbre.
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