MARCHE UN TALISMAN
Sobre la puerta había un clavo. Del clavo colgué una herradura. La herradura iba a darme suerte. Suerte, lo que se dice suerte, no me dio. Me dio un colapso, casi, cuando cayó en la nuca del plomero. El plomero debió ser internado de urgencia por conmoción cerebral y contusiones leves. Leves comenzaron a ser mis esperanzas de que el conjuro de la herradura fuera efectivo. Efectivo o tarjeta de crédito, la desgracia del plomero me costó un ojo de la cara. Cara, también, me había costado la herradura. La herradura, me enteré después, no debía ser comprada, sino encontrada de casualidad en la calle (abundan, parece) o regalada por un amigo piadoso. Un amigo piadoso terminó reparando la gotera de la cocina por la que había llamado al plomero. El plomero, repuesto del accidente, me exigió una indemnización por daños y perjuicios. Perjuicios los míos, demandado por los vecinos del edificio debido a las filtraciones. Las filtraciones no eran para tanto, lo sé.Sé que debí ocuparme de la gotera un día antes. Un día antes pude haberme rehusado a confiar mi suerte a la herradura. La herradura desapareció, no el plomero, ni los vecinos ni la humedad. La humedad trepó por el vano de la puerta hasta el clavo.
El clavo, causa de la gotera por haber pinchado un caño, cedió finalmente.
Finalmente, la puerta sucumbió. Sucumbió con ella todo mi ser. Ser supersticioso, infiero, da mala suerte.
2 Comments:
increible la historia, simplemente yapó...
muuuuuuuuuy grosa, me encantó
yo
4:43 AM
,mmmm... gracias! pero ... quien es ese Yo misterioso que escribio??
12:53 PM
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