A "Juanjo"*, canillita de Rojas y Avellaneda, le gusta armar el diario temprano y así se da el gusto de echarle un ojo sección por sección sin apuros antes que nadie. Es difícil ponerse a pensar que el diario que uno recibe ya fue leído por él, por ello nadie lo nota y todos se lo compran; o mejor, se lo hacen enviar a domicilio así se aseguran que, por lo menos, en el edificio, todos serán informados prácticamente al mismo momento y nadie se queda con la mala sangre de que venga alguno a traer noticias a deshora.
El domingo pasado de vuelta de lo de E., intenté comprar el diario, ya de camino a casa donde me esperaba MI colchón con MI almohada, pero con un vacío terrible. No resultó sencillo, mi itinerario se vio enredado debido a que, sobre Avellaneda, los canillitas se desperezan tarde, tipo 8. Fue así como me acordé de una vez que fui al kiosco de "Juanjo" a comprar una revista de modas que no "le quedó" y a cambio me dio un Clarin un poco ajado. Tercera en marcha, caigo en dicho kiosco, el cual no esperaba ver con luz, dado que eran las 5.30 am. En una de esas, se asoma una gorra Nike, temerosa ella, o mejor dicho, la cabeza que la portaba. Era la gorra de "Juanjo", que alguna vez fue blanca pero debido al exceso de tinta de los diarios aparecía moteada de huellas digitales de un sospechoso familiar.
"Toque bocina y compre su diario", era muy temprano y, lectura mental de por medio, "Juanjo" entendió que lo que quería era un diario, un Clarín, no otro. Fue ahí cuando se le vino a la mente que había alguien más que él que leía el diario temprano, a la hora que se suele decir "temprano". Ya no gozaba de exclusividad, ni de "primicias", ni sus ojos de soledad para arrebatar letra a letra la jugosa infomación. Había otros, otro par de ojos, con un poco de rimmel, haciendo lo mismo, en el mismo instante. ¿Se vio amenazado? Quizás. Por algo me ofreció un "No importa" por los 30 centavos que no querían salir de mi billetera.

*"Juanjo", ¿es buen nombre para un canillita?