Réquiem por una tostada
En la góndola del chino, elegir el mejor pan lactal. De salvado, seguro. ¿Con cereales?, puede ser.
El ruidito de la llave en la puerta de casa, las últimas monedas del vuelto que no quieren salir de mi bolsillo. Ninguna de estas llegará a apagar mis ansias por utilizar el dichoso artefacto.
Allí yace, desconectado, como de otro tiempo y, fundamentalmente, de otro lugar. De un no lugar que ahora adquirió, una energía potencial brota de sus entrañas.
Platinadas curvas lo rodean y el acero inoxidable se hace brillar, sin medida. La textura de la rodaja color miel parece inocente cuando se la introduce en la mágica cavidad transformadora.
Sentir la humedad del pan desvanecerse a medida que la perilla lateral del aparato sube lentamente, puede resultar contagioso. Dirigir la punta de una nariz hacia el proceder del perfume de las migas recluta la intriga necesaria por ese instante en el que eyectadas como de un trampolín salen las tostadas.
Cuando carecía de tostador eléctrico no me daba cuenta lo feliz que es la gente al despertarse.
Libellés : FOOLOSOPHY
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