"DEDICADO a los pecados de la juventud, al desorden de principios como medio en la universal era del universal desencanto y a la absoluta rebelión frente a la totalidad de la simpleza, así como a la libertad en sí misma..."Alfred Jarry

lundi, mai 21, 2007

Silencio. Hgwxx/7 está sintiendo la vida de unos otros, esa que no le pertenece

El Gran Hermano estalinista -y sus secuelas psicológicas, ideológicas y morales sobre la pequeña burguesía intelectual- sirven de (asfixiante) escenario a esta muy bien construida historia. Por suerte, el guión decide no subrayar más de la cuenta en el planteo de una fuerte crítica sociopolítica al régimen de la República “Democrática” Alemana (RDA) y opta por una línea dramática más interesante: escarbar en la encrucijada de sentimientos y contradicciones que se producen en el interior moralista de un agente de la Stasi (un segmento de la policía política de la RDA) y una pareja de artistas a quienes debe espiar, dejando que el contexto político se convierta en un personaje más que suma interés y profundidad a la vertiente humana.
La ópera prima de este joven director de apellido difícil (Florian Henckel von Donnersmarck) revela que tiene, a la vez, mucho de poeta (guión) y de ingeniero (dirección). Gracias a esta combinación nos plantea el drama de Gerd Wiesler (Ulrich Mühe), el agente HGWXX/7, prisionero “voluntario” de un sistema monótono y frío que ordena no solamente su labor sino también su vida. A pesar de tal mecanicismo, a Gerd, se le genera un quiebre entre atender a su deber o a lo que su conciencia le plantea como correcto. En virtud de una sobria actuación de Mühe nos encontramos con un espía que, reprochando las falencias horarias de su compañero, muestra que sabe hasta qué punto debe escuchar la vida de los otros. Esa vida, relajada y desestructurada, de fiestas, de colores ocres llena del virtuosismo digno de los artistas pero, que a la vez no le pertenece. Su mirada perdida, su rostro sosegado y sus andares repletos de pesadumbres lo delatan mostrando la debilidad que le reportan los otros, seres que ofrecen muestras de lo que él nunca podría llegar a alcanzar completamente pero, a su vez, es consciente de su poder: sabe que la información que tiene puede llegar a modificar el mundo de ellos y, consecuentemente, el suyo. Es en esta faceta de la película donde Henckel es capaz de mostrarnos lo que existe detrás del uniforme: un hombre solo que se aferra a la disciplina del partido porque no tiene otra cosa a la cual hacerlo… y ni de eso está seguro.
Formalmente, la película está construida con una sobriedad brillante y segura de sí misma. Desde la contención narrativa e interpretativa la cámara construye un tono frío, distanciado, que va muy bien a una película que, entre otras cosas, parece querer hablar de cómo el miedo perpetrado desde el poder y la nada burocráticas pueden transformar a cada ser humano en un extraño de sí mismo y de los demás. Planteando que ese miedo no es a que la gente cambie su pensamiento sino a que cambien sus sentimientos hacia un socialismo ya en decadencia. Así pues, nos encontramos con una película visualmente bellísima, aun a pesar de los tonos apagados, que van en consonancia con lo que se cuenta, convirtiéndose en un interesante thriller de ritmo ascendente que logra que el espectador se olvide plácidamente de sus 135 minutos de cinta.

Ficha técnica:
Actualmente en cartel
TITULO ORIGINAL: Das Leben der Anderen
DURACIÓN: 135 min.
PAÍS : Alemania
DIRECTOR Y GUIONISTA:
Florian Henckel-Donnersmarck
MÚSICA: Gabriel Yared, Stéphane Moucha
REPARTO:
Ulrich Mühe, Martina Gedeck, Sebastian Koch, Ulrich Tukur

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