ME DIJO, LE DIJO, ¿TE DIJE? I

Queridos pollitos, lamentablemente tenemos que comunicar que desde la redacción de este Manual nos vimos obligados a hacer uso (y abuso) de aquel aparato doméstico generalmente ubicado en el comedor y/o living de nuestras casas, comunmente llamado "caja boba" o "televisor".
Haciendo zapping nos hemos encontrado con una vasta fauna que puebla la pantalla, la cual retroalimenta sus egos permanentemente durante los programas de la tarde. Es así como encontramos dos interesantes especímenes: el Vagus Roviraltus -o en criollo el Huberto Roviralta- y el Chismositis Rial -comunmente llamado Jorge Rial-. Como pudimos observar, estos dos rumiantes estan luchando por un mismo objetivo, 5 minutos más de fama en la tevé. El primero, luego de sus respectivas apariciones con la blonda mediática del momento bajo amistosas insinuaciones seductoras de alto rango -sorry, pero yo me como el sanbuche de mortadela en la tribuna viendo un partido de polo-, se ha cansado de que lo tilden de haragan y desafió al segundo a 10 rounds de puro puño, todo, obviamente bajo la correcta mediatización pertinente que supo velar la figura de Marcelo Tinelli. A todo esto, Rial supo revertir su situación y propuso un duelo más interesante... y se preguntó ¿y si te animaras a trabajar un poco Huber?....
Es así como nuestro querido Huber, aceptó el desafío y se está por poner manos a la obra con nuestro querido amigo Castells para armar unos sanbuchitos para las fiestas... Ahh, pero se atreverá a subir a los piqueteros a la tribuna para que vean el picadito de polo????

Guarda que no tiene fecha de vencimiento...

El fin de semana pasado, cuando, en un supermercado chino, compramos unos panes de hamburguesa, me surgió una duda al respecto de las fechas de vencimiento y fue que si de veras sería aplicable ese mismo concepto en otras áreas como el amor. No hace mucho tiempo, un amigo, se preguntaba si "tenía fecha de vencimiento", ya que sus relaciones no prosperaban más allá de los 2 años (reloj). Y visto desde el lado de los hechos, parecía un pronóstico bastante acertado, pero lamento deciros que si lo pensamos un poco esto no es así.
Por un lado, nuestra sociedad se interesa más por los fines que por los procesos, es decir por los tiempos transcurridos que por lo que transcurrió en ellos. Contamos cuantos meses, días, años, lustros, etc. llevamos junto a otra persona, como para establecer un ránking de duración, o mejor dicho de perduración, pero no contamos cuantas veces reimos, lloramos, nos enojamos, nos amamos.
Por otra parte, esperamos que, de algun misterioso país venga un gurú espiritual a extendernos una mano para salir del pozo de la soledad y que de una vez nos "enseñe a amar"(a Jebús o hasta incluso a nosotros mismos). Ocurre que, en una cultura de consumo como la nuestra, partidaria de los productos al estilo "paty listo", las soluciones rápidas del "llame ya", la satisfacción instantánea, los resultados que no requieran esfuerzos prolongados, las recetas infalibles, los seguros contra todo riesgo y las garantías de devolución del dinero, la promesa de aprender el arte de amar es la promesa (falsa, engañosa, pero inspiradora del profundo deseo de que resulte verdadera) de lograr "experiencia en el amor" como si se tratara de cualquier otra mercancía. Seduce y atrae con su ostentación de esas características porque supone deseo sin espera, esfuerzo sin sudor y resultados sin esfuerzo.
Así que no es que el amor tenga una fecha de vencimiento, sino que estamos acostumbrados a ver pasar el tiempo esperando un final o esperando una crisis que lo ponga a prueba, con la esperanza de que la próxima vuelta, dejemos de esperar y comencemos a amar lo que creíamos que nunca antes.

Dedicado a mi amigo "apanicado" por las fechas de vencimiento, y a mi amor que alguna vez habló de la crisis de los 7.

HATS WITH PEOPLE

Y resulta que me agarraron unas ganas bárbaras de sentarme en la mesa de un bar, café de por medio a disfrutar de una de nuestras extensas charlas que comienzan por un tema y que parece que nunca terminan.

Esta vez, quién diría que nos fuimos a echar un palabrerío en un lugar que tanto lo amerita! Es así como llegamos al bar de "Gente con sombrero" (Luis Viale y piquito).

Se los recomiendo totalmente a aquellos que gustan de un lugar para filosofar un rato con algún que otro amigo/a.

Podés sacarte la ropa, pero dejarte el alma;

podés sacarte el sombrero, pero dejarte la cabeza